diciembre 28, 2011

En quinto semestre de preparatoria, conocí algunos de los que actualmente son mis amigos. De los que miras a los ojos y te transportas hacia dentro, muy dentro.

La sensación de vacío, no es nueva; alguna parte de mí sabía que muy probablemente sucedería... Decidir en qué dirección mueves los pies, las manos, la cabeza, la respiración etc., es necesario y lleva sus riesgos.

Diez de la mañana, afuera de casa de Ruth, esperando a Itzel. El plan, ir a desayunar y por supuesto, conocer a las hijas de Francia; pasaron las dos cosas.

Estaban en mis brazos, frágiles. Nunca me habían visto/ olido/sentido; estuvieron en mis manos, tan bonitas, pequeñas, impresionantes. Felicidades Francia.

La cafetería estaba llena, y la cafetería dos (no recuerdo como se llama, pero está a un lado) nos quedó bien. Platicamos de algunas cosas de los últimos días y hasta ahí, podía hablar sin reparar en qué decir/ qué no decir.

Lo que pasó después...efectivamente, trata de hechos que hasta escritos no son agradables. Pensar en el futuro, en los proyectos que se suponen son para siempre, en las cosas que dije un día que iba a hacer y siguen pendientes, en lo que pensé nunca hacer y ahora me parece totalmente aceptable, en darme vueltas hacia el después...

Lo sé... en caso de seguir con estas cosas, un día de éstos colapsaré a tal grado, que no habrán más razones para abrir los ojos y levantarme.
...pensamientos nefastos, al menos dejen algún tipo de aprendizaje, al menos...

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