noviembre 28, 2015

Qué maldita afortunada

A pesar de que estoy
en medio de una avalancha bestial
de tareas y pendientes
reconozco que
a no ser por la conspiración del universo
nada de esto podría seguir sucediendo.

Gracias por encontrarme
invitarme al "seminario de microhistoria"
abrazarme con tanto cariño
despertar conmigo
y acompañarme 
en el periodo más determinante
de los últimos meses.

Me haz dado tanto
que no sé cómo corresponderte.
Lo quiero hacer
no como forma de pago
sino de solidaridad recíproca.

Prometo ser más atenta
leerte más y de mejor manera.
Te quiero porque eres tú
porque me invitas a ser yo
y porque nada más importa.

octubre 23, 2015

25

Hace dos días cumplí 25 años, aún no estoy segura si pudieron ser mejores o no y creo que será una de las tantas preguntas que volverán cada vez que aumente el marcador de los años de mi vida.
Estos veinticinco años me han servido para valorar y creer en varias cosas. Por ejemplo, creer en la vida misma. Y aunque la experiencia siempre confirma que el hecho de aumentar no supone un proceso lineal ascendente, sí estoy segura que supone la acumulación de experiencias.
Gracias a quienes han compartido algo en éstos 25; a los que están y ya casi se van, a los que se fueron, a los que vendrán, a los que han estado siempre...
Y bueno, sólo quiero agregar que mis veinticinco son muy valiosos porque descansan entre la incetidumbre y la innovación, porque eso que aún no pasa es tan provocador, que hace que todo valga la pena.

julio 25, 2015

Ah, el tiempo

Casi en el olvido "Amor a la vainilla". Sí, tal vez se debe a que estaba "un poco" muerta. Frase que además se convierte en una forma rídicula de negar todo lo maravilloso que ha sido [...] en fin, no pretendo romantizar ni exagerar lo que no es.

Es curioso no tener entradas en este año ¡Es casi AGOSTO!

Me entusiasma saber que aún tengo lectores, jaja es un poco miserable pensar en función de quien me lee; pero tampoco es como que vaya por la vida evitando hacer cosas que en apariencia son extrañas.

Así de revuelta está mi mente, así de revuelta como éste soliloquio.

Dos mil quince es raro. Es el año en el que cumpliré veinticinco y un momento en el que vuelven los fantasmas de "ser joven" y donde además, me es necesario despedir definitivamente esos ataques aleatorios de adolescencia... no es cierto, mi vida nunca irá al ritmo del tiempo impuesto por quién sabe quién.

Me procupa pensar en función del "antes", "ahora" y el "después". El tiempo es complejo, cuántos dolores de cabeza académicos para conceptualizarlo... y más allá de lo que podría ser, lo cierto es que el tiempo me abruma. No en sí mismo, en el momento que lo relaciono con personas, cosas, lugares, abstracciones...

Lo que más me preocupa es mi abuela, es vieja y lo que más quiero. Tengo miedo de que un día muera y pueda olvidarla para siempre. Tengo miedo de que ella muera y que me olvide para siempre [...].