Hace tiempo que
no había escrito para mí. Quería no hacerlo, esperar sin palabras. Ha pasado ya
bastante desde lo último que escribí por acá. Es chistoso cómo voy elucubrando
el futuro, tomarlo como algo lejano; tan lejos, sobretodo, de un presente continúo. Así
como los políticos pintan el pasado y pretenden convencernos de lo que va ser después,
muy después. Es curioso cómo días atrás me vi reflejada en un estudio académico, ahí se
investigó de qué manera sobreviven los jóvenes universitarios; me quedé
perpleja, en él estaba yo y muchos que conozco. Cómo es posible, me preguntaba,
si cada uno de mis amigos lo hemos hecho de formas tan diversas; cómo la
precariedad nos llegó a todos, aunque de maneras matizadas, he de admitirlo. El
silencio en este caso, pienso que fue uno de los efectos de mi inmovilidad,
aún no logro descifrar con claridad cómo pasó, ahora sé que me paralicé en el tiempo y que en aquel tiempo no me daba cuenta de mi atoramiento, simplemente estuve. Ya comienzo a dividir eso que pasó de lo que está
pasando; no quiero que se me vuelva a ir de las manos. Y aquí estoy a pesar de
todo. También sé que “estamos”. Yo no quisiera idealizarlo, me rompe el
corazón pensar "si ya no estamos" e imagino que es una de las causas por las que me mantuve en pausa. Quiero
decir que me gustaría seguir juntos, pero ya distinto. Más claros, más fuertes
y más prácticos. Quiero ser libre y autónoma; quiero que seas libre y autónomo. Compartirnos en reciprocidad y marcar distancia, poco a poco, de aquella patología que se adueñó de eso que ya
pasó.
Gracias por quererme libre y autónoma, cada que sé algo de ti me lo dejas
saber entre líneas. Como soy más visceral, te lo dejo saber aquí, en explícito.